sábado, 9 de noviembre de 2013

HACIA EL BORRADOR SELECTIVO DE RECUERDOS EN EL CEREBRO HUMANO


El cerebro humano es muy eficiente en agrupar datos muy variados en un recuerdo coherente que puede provocar innumerables asociaciones, algunas buenas, otras malas. Para las personas con problemas de adicción o que sufren de trastorno de estrés postraumático, los recuerdos no deseados pueden ser un obstáculo enorme para su rehabilitación o curación.


Ahora, por primera vez, unos científicos del Instituto Scripps de Investigación, que cuenta con un campus en La Jolla, California, y otro en Júpiter, Florida, de Estados Unidos, han sido capaces de borrar recuerdos peligrosos asociados a drogas en ratones y ratas, sin afectar a otros recuerdos, más benignos.

Este descubrimiento sorprendente abre la puerta hacia un método claro y factible para destruir recuerdos indeseados, dejando intactos a los demás recuerdos.

“Nuestros recuerdos nos hacen quienes somos, pero algunos de estos recuerdos pueden hacernos la vida muy difícil”, dice la neurobióloga Courtney Miller, que ha dirigido la investigación.


Para generarse un recuerdo, tienen que suceder muchas cosas, incluyendo la alteración de la estructura de células nerviosas a través de cambios en las espinas dendríticas, pequeñas estructuras que reciben señales electro químicas de otras neuronas. Normalmente, estos cambios estructurales se realizan a través de la actina, una proteína vital para la infraestructura de todas las células.


En el nuevo estudio, el equipo de Miller y Erica J Young inhibió la polimerización de la actina (es decir la creación de moléculas grandes unidas en cadena), al bloquear un motor molecular llamado miosina de tipo II en los cerebros de ratones y ratas durante la fase de mantenimiento de la formación de un recuerdo relacionado con el consumo de metanfetamina (droga también conocida como "Speed").


Los test de conducta revelaron que los animales perdieron de manera inmediata y persistente los recuerdos asociados a la metanfetamina, sin que otros recuerdos se vieran afectados.


En las pruebas de comportamiento, los animales fueron entrenados para asociar los efectos gratificantes de la metanfetamina con un contexto rico en pistas visuales, táctiles y olfativas. Cuando se les inyectó el  en su ambiente habitual muchos días más tarde, evidenciaron una falta completa de interés cuando encontraron las pistas asociadas a la droga. A la vez, las respuestas a otros recuerdos, tales como recompensas en forma de alimentos, no resultaron afectadas.


En el estudio también han trabajado Massimiliano Aceti, Erica M Griggs, Rita A Fuchs, Zachary Zigmond y Gavin Rumbaugh, del Instituto Scripps de Investigación.

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